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Será porqué es uno de los padres de Internet y entiende todo su valor, que Vint Cerf esta preocupado por un más que un probable colapso de Internet, una de las consecuencias de lo que hemos llamado el Internet negativo durante la singularidad negativa. Un evento que nos devolvería a la edad de piedra en pocos días.

La singularidad negativa es el retroceso desde una situación en la que la inteligencia artificial ha sobrepasado a la humana. Acontecimiento que puede suceder durante el el colapso digital determinado por la escasez energética (ver El efecto Séneca y los escenarios del colapso digital). Entre las diversas consecuencias está la destrucción de Internet -lo que llamamos Internet negativo-,  y con ella, la pérdida de la base de datos mundial del conocimiento humano, así como de la capacidad de interactuar en red en tiempo real. Nosotros propusimos un Internet mínimo para garantizar que cualquier retroceso no fuera dramático y pudiera posibilitar las reconstrucción de las tecnologías necesarias.

Vint Cerf ha llamado a nuestro concepto de singularidad negativa, la era digital oscura (Does the digital era herald the end of history?). Cerf está seriamente preocupado porqué pudiera perderse el registro de todo lo almacenado durante el siglo XXI y propone almacenar cada pieza de software como si de un museo se tratara. Se trataría de almacenar en la nube tanto los programas como las máquinas que los ejecutan, utilizando un tecnología de almacenamiento basado en rayos X. Esta tecnología ya ha sido probada con éxito y sólo depende de la voluntad social y de su financiación para ponerla en práctica en un proyecto de envergadura mundial. 

Entre los diversos eventos que constituyen colapsos digitales temporales, hemos hablado de los apagones eléctricos y de los pulsos electromagnéticos (La amenaza de un evento Carrington y el apagón digital), pero también existe la posibilidad de un ciberataque masivo contra Internet. Bastaría un día sin Internet para sumir la sociedad en el caos, ya que todas las infraestructuras básicas, léase, militares, energéticas, transportes o financieras, funcionan a través de Internet. Esta es una posibilidad más que real. Hemos ya contemplado pequeñas "demos", como la reciente de la cadena francesa TV5 Monde, que permaneció completamente apagada, sin servicio durante al menos 24 h, tras ser atacada por unos ciberterroristas. Una guerra digital podría desconectar a un país entero de Internet. Todo esto será mucho más grave con el Internet de las cosas, ya que la interacción entre máquinas y objetos, que responden a sus propios algoritmos, también se verían afectados. 


El filósofo Dan Dennett está convencido que Internet dejará de funcionar tarde o temprano, de manera parcial, pero suficientemente dañina (ver Living Without The Internet For A Couple Of Weeks). Nos hemos vuelto tan dependientes de Internet, que no disponer de Internet por unas semanas sería terrible. Durante las primeras 48 horas, el caos sería total, los ordenadores distribuidos por Internet de hospitales y servicios de emergencia, serían inaccesibles. No estamos preparados ni siquiera para colapsos digitales limitados. Dennett propone un debate social para generar soluciones para este tipo de colapsos, en sus palabras construir "un bote salva vidas", un Internet mínimo.

Creo que todos los que hemos participado en la historia de Internet, de los que los más significativos pueden encontrarse en el libro de Andreu Veá (comocreamosinternet.com), hemos desarrollado una responsabilidad digital social, que incluye como preservar y cuidar ese animal vivo que es la red de redes o Internet. 

El fin de la historia podría llegar con la singularidad negativa y lanzarnos de pronto a una sociedad sin memoria tecnológica, incapaz de crear, por ejemplo, un sistema hidráulico primario. Expertos aislados sin poder comunicarse, ignorantes sin fuentes de conocimiento, ante una situación de extrema necesidad, son el preludio del desastre. Empecemos a preservar Internet como si fuera una especie en vías de extinción, cuidando su neutralidad, su desarrollo natural.

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